Perfectamente esta frase podría definir la personalidad de Marco Simoncelli. Querido por muchos y odiado por otros tantos, a nadie dejaba indiferente. Pero lo que está claro, es que iba por el camino de la genialidad. Muchos hablaban del futuro Rossi del motociclismo. Pero independientemente de su genialidad y de su extrovertida conducción, nos queda la perdida de un joven talentoso de 24 años que deja a sus seres más queridos de la manera más trágica que podría hacerlo, tras sufrir una caída en el gran premio de Sepang.
Un joven de potencial ilimitado. Hoy el deporte se viste de negro para despedir a lo que seguramente era una gran persona. Ni me puedo imaginar como tienen que estar ahora mismo sus seres queridos. No me imagino como tiene que estar su amigo intimo Valentino, por desgracia testigo directo en primera persona de todo lo acontecido en Sepang.
Gracias a tu forma de conducción nos hiciste vivir muchos momentos de pasión en este deporte, con nuestros españoles de por medio, luchando a cara de perro por un sitio en el cajón.
Como tiffosi milanista que eras… solo podemos decir gracias y “Ciao gran Marco”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario